Alfonso I el Batallador y la Orden del Temple
Breves pinceladas del Origen del Reino de Aragón
Crónica Silense, que se cree escrita hacía el segundo decenio del
siglo XII. Sancho el Mayor, según esta fuente, “donó a Ramiro, al
que engendró de una concubina, una parcelilla de su reino, Aragón,
con el fin de que no apareciera ante sus hermanos como heredero
del reino, ya que, por parte de madre, era irregular". La Crónica
Najerense explica, cómo García, el futuro rey de Navarra, no vaciló
en acusar a su propia madre de delito de adulterio con un caballero,
a causa de la propiedad de un caballo. Ramiro fue el único que
salió en defensa de la reina, y probando que se trataba de una
mentira, la libró de la infamia y del peligro. Y tanto se enfadó la
reina que maldijo a su hijo García y metiendo a Ramiro debajo de
sus haldas delante de la corte real y haciendo como que lo paría, lo
sacó de entre las telas de su vestido, lo adoptó como hijo y quiso
que recibiera una parte del reino.
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Tras la muerte de su hermanastro Gonzalo en 1045, sin
descendencia alguna, se anexionó los territorios de Sobrarbe y
Ribagorza.
En su documentación auténtica el monarca aragonés se tituló
como Ramiro, hijo del rey Sancho, sin usar el título de rey, pero no
se consideró carente de legitimidad regia y actuó en todo momento
ejerciendo a todos los efectos la potestas regia.
Ramiro I (1035-1063) duplicó durante su reinado la extensión
territorial heredada de su padre. Murió en la fracasada toma de
Graus, el 8 de mayo de 1063, a manos de un musulmán llamado
Sadada.
ANECDOTARIO
Un cronista árabe, al-Tuz-Tuy, narró así la muerte del
monarca: “Sadada, iba vestido como los cristianos y como vivía
en sus vecindades, hablaba muy bien su lengua. Pudo pues
penetrar en los ejércitos de los infieles y aproximarse a
Ramiro, que armado de pies a cabeza, tenía la visera bajada, de
suerte que solo dejaba ver sus ojos. Sadada esperó la ocasión
para golpearle. Cuando lo encontró se precipitó sobre él y le
hirió en un ojo de una lanzada. Ramiro cayó de bruces a tierra.
Sadada se puso a gritar en romance: ¡El rey ha muerto! Y los
soldados se dispersaron”.
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Ramiro I sentó las bases del que sería el Reino de Aragón
garantizando la sucesión de su linaje al casar con Ermesinda, hija
de Bernardo Roger, conde de Foix-Bigorra, en 1036, con la que
tuvo a Sancho Ramírez; a García Ramírez (que posteriormente
sería obispo de Jaca); y tres hijas más, Sancha, Urraca y Teresa.
Con ello la continuidad dinástica estaba garantizada.
Sancho Ramírez, (1063-1094) su hijo y sucesor, emprendió
viaje a Roma en el año 1068 para buscar el apoyo del Papa
Alejandro II, a cambio de declararse vasallo de la Santa Sede: “Su
Santidad, pongo mi persona y mi reino en mano de Dios y de
San Pedro”. Y como prueba de devoción, le puso a su hijo, nacido
en ese año, el nombre de Pedro, inusitado por aquellas fechas en el
país. Al año siguiente se produjo la llegada de caballeros de