© Tomás Bernal Benito 2022
Alfonso I el Batallador y la Orden
del Temple
Breves pinceladas del Origen del Reino de
Aragón
A Alfonso I el Batallador lo llamo el Templario frustrado, y lo llamo el
Templario frustrado porque no pudo ser Templario ni pudo viajar a
Tierra Santa, a luchar en las Cruzadas.
Parecía ser que Alfonso estaba
predestinado a otras labores que no
fuera guerrear, pues por su condición
de ser el segundón, de un segundo
matrimonio de su padre, fue instruido
en «letras» y arte militar en el
Monasterio de San Pedro de Siresa,
según nos desvela don Jose María
Lacarra, para ser un señor feudal
durante el gobierno de su hermano
Pedro I de Aragón. Su ayo fue Lope
Garcés «Peregrino», que obtuvo
posteriormente del rey la tenencia de
Pedrola en agradecimiento a los
servicios prestados. Pero, sin
embargo, el destino le reservaba la
Gloria y un hueco en la Historia,
pues el papa Gelasio, le hizo una
Cruzada a la medida, ya que
concedió honores de Cruzada a la
conquista de Zaragoza. El Batallador ya tenía su Cruzada, pero
seguía sin ser Templario. Las muertes violentas de su abuelo, padre
y hermanastro a mano de los musulmanes marcarían su vida y no
hicieron otra cosa más que alimentar sus ansias de lucha y
venganza.
Pero antes de proseguir, unos retazos de historia para
situarnos en el tiempo. Estamos en el siglo XI. Mientras por un lado
los árabes gobiernan en Zaragoza, Sancho III el Mayor rey de
Pamplona, al fallecer el 18 de octubre de 1035, divide sus reinos
entre sus hijos en cuatro partes: al primogénito, García, le deja
Pamplona; a Fernando, Castilla; a Gonzalo, Sobrarbe y Ribagorza; y
a Ramiro, el antiguo condado de Aragón. Ramiro había sido el
primer varón nacido de Sancho el Mayor, pero era un hijo natural,
fuera del matrimonio legítimo, con lo que quedó apartado de la
primogenitura. Sin embargo, nunca se consideró hijo bastardo, pues
toda la documentación de la época se refiere a él como Régulus.
ANECDOTARIO
Ramiro I, con el que empieza el Reino de Aragón, fue hijo
ilegítimo de Sancho el Mayor de Navarra y de una concubina del
mismo, una bella señora de Aibar, llamada Sancha. Ramiro habría
sido el mayor de sus hermanastros, nacido antes de matrimonio del
rey navarro con Mayor, hija de Sancho García, conde de Castilla.
Parece ser que la primera noticia sobre la ilegitimidad del nacimiento
de Ramiro I fue dado por la Crónica Silense, que se cree escrita
hacía el segundo decenio del siglo XII. Sancho el Mayor, según esta
fuente, “donó a Ramiro, al que engendró de una concubina, una
parcelilla de su reino, Aragón, con el fin de que no apareciera ante
sus hermanos como heredero del reino, ya que, por parte de madre,
era irregular". La Crónica Najerense explica, cómo García, el futuro
rey de Navarra, no vaciló en acusar a su propia madre de delito de
adulterio con un caballero, a causa de la propiedad de un caballo.
Ramiro fue el único que salió en defensa de la reina, y probando
que se trataba de una mentira, la libró de la infamia y del peligro. Y
tanto se enfadó la reina que maldijo a su hijo García y metiendo a